Waldo AguiarPintor
A RAFAEL BOTÍ, PINTOR
Querido Maestro:
Tú ya no estás aquí entre nosotros, pero tú no estás muerto, te tenemos en tus cuadros, en tus obras: color, alegría de vivir, antiretórica, antipetulancia, tan al uso hoy, sin haberte dejado colonizar por dictaduras estéticas ni modas... Recibiste –como yo mismo– las enseñanzas del entrañable «don Daniel» –Vázquez Díaz.
Quiero decirte, pintor Botí, que me he permitido donar a tu hijo aquel retrato que comencé en los últimos años de tu vida terrenal, y que he terminado ahora, haciéndote el honor y homenaje que mereces y sumándome a los que inteligentemente te están organizando en tu siempre amada Córdoba.
Hubo siempre una gran relación afectiva y profesional entre tu gran maestro Vázquez Díaz, mi padre el pintor José Aguiar y tú mismo, formando un gran trío de pintores.
Por esto y muchas cosas más, me honra que sea tu hijo, defensor incansable de tu obra, quien guarde el retrato pintado por mí, más que con pinceles, con mi corazón, mi admiración y mi cariño para tí.
WALDO AGUIAR
7 de octubre de 1999