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Santiago CasteloPeriodista

Con Manuel Gallego Morell y Angélica Lerma en la exposición que celebró en la Galería Ansorena. Madrid 1.987

Rafael Botí, nacido en 1900, realizó su primer trabajo con 9 años, al pintar una copia de La muchacha del pañuelo rojo, de Ramón Casas. Desde ese momento, su relación con la pintura y la música le hizo ser una de las referencias más importantes de la pintura cordobesa de este siglo. En Córdoba, fue alumno de Martínez Rücker, en la música, y de Romero Barros y Romero de Torres, en la pintura, a través de la Escuela de Artes y Oficios.

En 1917 se trasladó a Madrid, donde, dos años después, conoce a Vázquez Díaz a través del Conservatorio y Escuela Superior de Bellas Artes, convirtiéndose en su discípulo y compañero durante el resto de su trayectoria artística. En esta década, ingresa en la Filarmónica madrileña, como instrumentista de violín y vihuela. Como músico llega lejos, pero siempre bajo dictados ajenos.

Tertuliano de cafés como el Pombo, el Lyon y el Oriente, entabla amistad con Gutiérrez Solana, Aurelio Arteta y Alberto Sánchez. Desde 1922 realiza numerosas exposiciones individuales y colectivas, principalmente en América (Perú, Chile y países del Caribe), y es galardonado en las exposiciones nacionales en 1924 y 1948.

En 1929 viaja a París, donde estudia el cubismo de Picasso y Braque, que había conocido a través de Vázquez Díaz. Éstos, junto a Matisse, Cézanne y Rousseau, dejarán una profunda huella en su obra. Un año después, fue galardonado en la Regional de Artistas andaluces. En 1931 firma un manifiesto en favor de la renovación del arte y participa en la Renovación Gremial de Artistas Plásticos, que defiende la libertad del arte en contra de las imposiciones del poder político.

Tras su viaje a París, abandona su estilo impresionista inicial para asimilar en su pintura el cubismo y el color matisiano, que permanecerán a lo largo de toda su trayectoria. En su última etapa como pintor mantuvo la figuración, pero con una mayor soltura técnica. Así, continuó siendo un pintor activo, que conoció el desarrollo del arte español de todo nuestro siglo y trató a destacados personajes de la vida intelectual española, como José Caballero, Tomás Borrás o Enrique Llovet, entre otros.

En 1979, el Ayuntamiento de Córdoba le nombró hijo predilecto de la capital andaluza y le concedió la Medalla de Oro de la ciudad. De su tierra, Botí apreciaba «el silencio que hay en sus calles y ese aroma que viene del campo, que es una lástima no pueda expresarse con todos los recursos de la paleta del pintor... La obra plástica siempre se asentará en el equilibrio, ritmo y matiz».

El artista será enterrado hoy en el cementerio de Carabanchel Alto.

ABC, 6 DE FEBRERO DE 1995.

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