Carlos ClemetsonPoeta
Rafael Botí, músico y pintor a un tiempo, ha pintado a la vez el silencio y la música callada de Córdoba; ha pintado también el aroma y la fragancia de sus callejas y sus patios. Ayer, con la noticia en el corazón de la definitiva desaparición del maestro y del amigo, de este cordobés hondo y esencial que encierra en su trayectoria todo un siglo de Córdoba, recordándolo, me fui a pasear a la caída de la tarde por la Cuesta del Bailío y la Plaza de Capuchinos, por esos lugares que Rafael Botí eternizara para la gloria y memoria de esta vieja ciudad patrimonio de la Humanidad. Con aquellos indelebles originales de sus lienzos ante mis ojos con la luz melancólica que se despedía y en la soledad maravillosa de la plaza, y mientras escuchaba el casi milagroso silencio de Córdoba que se oye en sus cuadros, escribí estas palabras: «Sin aliento, la tarde lenta y pálida se derrumba por torres y tejados/ La buganvilla sangra en los bardales/ y despliega de púrpura su palio/ Fatigada, levanta una palmera...»
DIARIO DE CÓRDOBA, FEBRERO DE 1995.