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Criado y RomeroCrítico de arte

Rafael Orti en el Alcázar de los Reyes Cristianos con Botí el día que le impusieron la Medalla de Oro de la Ciudad de Córdoba y entrega del título de Hijo Predilecto, 1979

Un joven pintor, que descolló bien pronto, por su modo personalísimo de ver los modelos y por su técnica, alejada de todo amaneramiento. Aquel joven pintor era Rafael Botí. Entre la pléyade de luchadores juveniles el nombre de Rafael Botí, dignificaba —y significa hoy— una voluntad macho puesta al servicio del arte y un arte macho también, y como macho noble, capaz de doblegarse en servidumbres artesanas.  

Afianzada la personalidad de Botí, estilizada, perfilada por el estudio y por ese regodeo espiritual en el que se sumerge y flota, a capricho, todo buen artista, hoy se nos muestra en el Salón de Arte Moderno con otra colección de cuadros: Paisajes de Córdoba, de Vizcaya, de Guipúzcoa, de Castilla, de París… Paisajes llenos de luz, palpitantes de vida. Impresiones de una paleta delicada y valiente a la vez, que sabe leer, sentir y recoger con difícil facilidad Lo que hay de belleza en las linfas dormidas de una fuente, en un trozo de tierra bruta o en la dureza plomiza del asfalto urbano…

Rafael Botí, poeta de avanzada de la pintura, ha conseguido con esta nueva Exposición, otro triunfo. Alegrémonos de ello sus admiradores.

CRIADO Y ROMERO
“Heraldo de Madrid” 1935

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