Luis Hernández del PozoPeriodista y miembro de las Asociaciones Nacional e Internacional de Críticos de Arte
LA SERENA PINTURA DE RAFAEL BOTÍ
En la Sala Maruja Mallo del Centro Cultural de Las Rozas (Madrid) se presenta una amplia muestra del quehacer artístico de Rafael Botí, cordobés universal que consagró su vida al arte en dos de sus más significativas facetas: la música y la pintura. Esta exposición que nos ofrece el Ayuntamiento del hermoso pueblo matritense, está patrocinada por la Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí de la Diputación de Córdoba y es, por tanto, una muestra no venal que tiene por objeto seguir ofreciendo al público apasionado por la pintura o al simplemente curioso, un ejemplo del trabajo y la ilusión de uno de los pintores más característicos de la primera mitad del siglo XX. Alumno de Romero de Torres y, sobre todo, de Daniel Vázquez Díaz, la obra de Botí ofrece una cierta influencia postcubista, recuerdo, tal vez, de su permanencia en París becado por la Diputación cordobesa en los años 1927 y 1931, pero que él acentúa con ese cromatismo suave y sereno que es consustancial al conjunto de su obra. Junto a otros grandes artistas de la época como Emiliano Barral, Planes, Francisco Mateos o Moreno Villa, funda la Agrupación Gremial de Artistas Plásticos y lanza un manifiesto vanguardista con el objeto de renovar la vida artística del momento. Tras un paréntesis debido a la guerra civil, Botí vuelve a la pintura en 1947 participando en las Bienales Hispanoamericanas de Arte con un reconocimiento unánime de la crítica y el público y una constante evolución en su técnica y composición en la que su fina sensibilidad y su sentido musical (no olvidemos que el maestro es miembro, por oposición, de la Orquesta Sinfónica de Madrid) hacen que sólo sea un recuerdo en su obra la influencia del cubismo o del cromatismo a veces hiriente de Matisse.
Una muestra, en suma, que conviene visitar en estos días de primavera en que tan agradable es dar un paseo por los pueblos del norte de nuestra Comunidad.
LA NACIÓN, 24 DE MAYO DE 2004.