Ángel López-ObreroPintor
"Botí es un bendito de Dios"
En Madrid Ángel se encontró con su admirado paisano Rafael Botí, a quien había conocido en el café La Perla. «Luego, en el año 24, cuando la visita con Vázquez Díaz a Córdoba, quedamos amigos, porque Botí es un bendito de Dios y había que ser amigo de él a la fuerza. En Madrid, después de ver a Vázquez Díaz y de ir al Prado, fui a casa de Botí que me recibió con los brazos abiertos; nos hicimos íntimos amigos y nos veíamos muy a menudo, aunque no tanto como yo hubiera deseado porque Botí estaba muy atado entonces».
Francisco Solano: La suya era una vida a caballo entre la pintura y la música. Era pintor y violinista.
Ángel López-Obrero: Eso es. Y tenía que ensayar; y cuando no, tenía que dormir porque estaba hasta las tres de la mañana tocando en el teatro. A mí me gustaba mucho la pintura de Botí, y me sigue gustando. Es un impresionista fabuloso, con una sensibilidad y una espiritualidad formidable.
Francisco Solano: ¿Ya entonces estaba presente Córdoba en la pintura de Botí?
Ángel López-Obrero: Pues sí, claro; estaba presente en la luz, en la alegría, en el ascetismo, en la espiritualidad, en la sobriedad, en el silencio... Entonces ya había pintado las Ermitas y un montón de patios y rincones de Córdoba. Además, él no hablaba nada más que de Córdoba. Botí siempre ha sido un cordobés cien por cien, y sigue siéndolo, aunque viva en Madrid.
DE LA ENTREVISTA REALIZADA A LÓPEZOBRERO POR FRANCISCO SOLANO Y PUBLICADA EN EL LIBRO LÓPEZOBRERO, CAJA PROVINCIAL DE AHORROS DE CÓRDOBA, 1994.