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Manuel Medina GonzálezPoeta y crítico de arte

Con Manuel Medina y José Luis Fernández Castillejo en la exposición que se celebró en la Galería Studio (Córdoba) en 1973.

Botí es un hombre de corazón abierto, de enorme capacidad cordial, que no olvida su cuna ni sus pasos iniciales sobre el suelo y sobre el lienzo.

Brincaba ya en Madrid la juventud de Botí en los asfaltos madrileños. Huele a la sazón el humo literario, poético y artístico de la Villa del Oso y el Madroño. Había tomado contacto con los maestros de la pintura, entre ellos Vázquez Díaz. Y en diversas tertulias oyó las voces de Emilio Carrere, Azorín, los Barojas, Manuel Machado, que fue su gran amigo; Valle Inclán, que le hizo comprender cómo era el nervio de la casta celtibera. Conoció la bohemia cafeteril, a la que miró con buenos ojos pero sin quemarse en las horas del hambre y la angustia, porque él era –y es– uno de esos cordobeses que ven el arte con claro realismo y saben que para vencer hay que luchar y aguantarse.

Vivió Botí en Madrid los climas alentadores donde los poetas, escritores y artistas buscaban la fama y la gloria, y naturalmente la fortuna. Trabajó mucho. Trabajó inteligentemente, con disciplina espiritual y plena dedicación a la pintura desde 1922 hasta la fecha.

Botí pinta, había hallado su camino, su estilo personal de expresar lo que sus ojos veían. París le ofreció la gracia del impresionismo y los nombres iluminados de Renoir, Seurat, Matisse y Cézanne. Viaja, pinta, expone sus obras en toda España. Habla de él la prensa. Los críticos más prestigiosos señalan su pintura como algo fresco, joven, sincero, lleno de verdad y sencillez encantadora.

Admiro su continuidad en el cultivo de su arte, la sutil expresión del paisaje, de los motivos ornamentales o naturales que son refrendo de un espíritu saturado de belleza limpia y fresca. Y finalmente, me digo: «¡Oh, si todos los pintores, los artistas, tuvieran un ver las cosas con tanta claridad, respeto, amor, sinceridad!» Y pongo punto en tecla, recordando una frase de Rafael Duyos: «Es de Córdoba y se llama Rafael».

DIARIO DE CÓRDOBA, ABRIL DE 1973.

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