José Mellado BenaventePresidente de Diputación de Córdoba
Cuando la pintura se transforma en melodía de gamas de un mundo esperanzado encontramos la obra de Rafael Botí, un pintor que forma parte del patrimonio cultural de nuestro país y que los cordobeses lo sentimos cercano, vivo y propio. El equilibrio de sus lienzos y su estilo luminoso nos descubren un ejercicio poéticomusical, donde se busca la esencia íntima de las cosas.
La genialidad de su pintura se inspira en un dominio de la técnica y en una visión profunda y sentida que, como todo lo esencial, se expresa con la solemnidad de lo sencillo.La obra de Botí no es fruto de la ingenuidad estética, porque refleja la tensión de sus ensoñaciones con un mundo armónico, mientras que a su alrededor percibe una realidad llena de contrastes y desequilibrios. En este sentido, su amigo José Caballero dice de Botí que, «siempre brilla en su aparente simplicidad su profunda estrella».Su recorrido íntimo por el impresionismo, el cubismo y el expresionismo ha cristalizado en un estilo personal que otorga a los lienzos vida propia. Sus cuadros, llenos de gamas de colores verdes, azules, grises o anaranjados, son el reflejo de un cromatismo luminoso y lleno de vigor, reflejo de la frescura juvenil, de la gracia y de la sonrisa que le acompañaron toda su vida. La pincelada serena y pacificadora de Rafael Botí actúa de bálsamo y nos invita a reflexionar, paseando a través de paisajes o rincones de Córdoba.Espero que esta exposición antológica de Botí, organizada por la diputación de Córdoba, nos acerque la obra de un cordobés universal que, con su sencillez honesta y sus imágenes limpias y esperanzadoras, ha recreado en su pintura una Córdoba equilibrada y de ensueño por la que tenemos que trabajar todos los cordobeses.
DEL CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN CELEBRADA EN LA DIPUTACIÓN DE CÓRDOBA (1997)