Antonio Povedano BermúmezPintor
Conocí a Rafael Botí en los años cincuenta en el estudio de don Daniel Vázquez Díaz. Allí con el maestro nos veíamos con cierta frecuencia.
Rafael ha realizado una tarea pictórica ingente y lenta; sus numerosas exposiciones son el ejemplo más exacto del volumen de su obra pintada. A partir de su jubilación, cuando finaliza su compromiso con la música, Botí dedica su tiempo a completar el sueño de su vida: pintar sin compromisos, sin la menor obligación de servir a otra cosa que no fuera su propia satisfacción plástica. Con Rafael se nos va otro viejo amigo. En pocos años son varios ya los amigos que se nos fueron dejándonos sus obras como huella indeleble de su lucha por un mundo más sensible a los valores del espíritu.
DIARIO DE CÓRDOBA, Febrero 1995